vidas no vividas
La primera película que vi este año fue Past Lives y no he podido dejar de pensar en ella. Como en todo, veía partes de mí en su historia, pero no suficientes como para reclamarla… hasta que miré más allá de su premisa original y encontré todo el luto que rodea a la película.
Luto, compasión, despedidas y reencuentros con la persona que fuiste, la vida que pudiste tener, las decisiones que tomaste cuando tenías 17 años y no sabías las cosas que sabes ahora. Siento que es indispensable atravesar el duelo de todas las vidas que no vivimos - si la pandemia no nos hubiera arrancado un año (e incontables personas) de nuestras vidas, si te hubieras quedado, si te hubieras ido. Cada vez que tomamos una decisión, dejamos ir otra. Así es el árbol de las vidas no vividas.
Esta semana
En mi pantalla
Finalmente fui capaz de ver La Sociedad de La Nieve (Netflix) de J.A. Bayona. No quiero alargarme, porque el mundo entero ya la vio, pero sí quiero enfatizar que si aún te estás resistiendo por miedo a la angustia, a lo gráfico o sensacionalista, esta película no peca de esas formas. Es un hito de innovación en efectos prácticos, con una cinematografía impactante y un relato casi literario que te permite conectar con lo sucedido sin dejarte hundir por la tragedia o el drama.
También vi Un Amor, de la directora española Isabel Coixet. Es una película basada en la novela del mismo nombre de Sara Mesa, y relata la típica historia de una mujer llena de conflictos que se retira a una casa en el campo; sin embargo, en este caso, todo sale mal. Me intrigan las historias en donde no hay personajes redimibles, con quienes es difícil empatizar, porque te obligan a cuestionarte y a buscar humanidad en los actos más pequeños.
En mis audífonos
Los Grammy fueron esta semana y mi único comentario al respecto es que quienes escuchamos a la rubia somos las favoritas del universo, pero eso no debe cegarnos al momento de hacer críticas sociales sobre movimiento cultural que ella personifica. Este artículo de Anne Helen Petersen es un gran estudio de eso.
Creo que las últimas semanas han revivido varios éxitos del inicio de los 2000s. Con Murder on the Dancefloor después de su aparición en una de las mejores escenas de Saltburn, el tour de la nostalgia de Florencia Bertotti (Floricienta) y hasta Ariana Grande que en yes, and? usa Vogue (aún más antigua, 1990) de Madonna como muestra.
Sin embargo, Unwritten de Natasha Bedingfield está adquiriendo un nuevo significado para mí. Ha sido un hit multigeneracional por los últimos 20 años y creo que es su sonido coral, optimista y literalmente abierto (live your life with arms wide open) que nos hace a todos querer bajar las ventanas del carro y sonreírle a la vida aunque no sepamos muy bien por qué.
let the sun illuminate the words that you cannot find
reaching for something in the distance,
so close you can almost taste it…
En mi mesa de noche
Avanzando en la producción bibliográfica de Isabel Allende, estoy leyendo Eva Luna, la tercera novela de la chilena. Es una de las pocas autoras a cuyos libros me puedo comprometer sin saber de qué van, porque sé que los voy a disfrutar. No había pasado ni la primera página cuando ya estaba deleitando la prosa poética característica de Allende. El realismo mágico es tan sutil que resulta más cómico que extraño, y en esta ocasión, la lectura se me ha hecho menos pesada que con La Casa de los Espíritus. Creo que es una gran novela para introducirse a su trabajo narrativo. Gracias infinitas a la copia amarillenta y desgastada que encontré en casa de mis abuelos y a mis amigas tan bien que conocen mis gustos.

En mi mente
He dialogado mucho con esa adolescente que escogió una vida y dejó ir otra. Que se fue de su casa con estrellas en los ojos sin saber lo que el mundo le aguardaba. Le tengo rencor por no tener la información que tengo yo, siete años después. Le tengo rencor por obligarme a mudarme tres veces de ciudad, a arrastrar mi vida entera en dos maletas y dejar a tanta gente atrás. Las lágrimas que he derramado en aeropuertos podrían acabar con la sequía mundial.
También me pregunto con frecuencia qué pensaría ella de mí, ahora. Me pregunto qué versión de mí sostiene esa otra vida que desapareció cuando decidí irme. Me pregunto si sería más o menos feliz. Creo (en realidad, estoy segura) que ella se preguntaría lo mismo sobre mí.
En otra vida fui abogada. En otra vida, historiadora de arte. En otra vida me quedé en Panamá, atada a las personas que tenía que soltar. En otra vida nunca conocí a mis amigas, que tanta vida me han entregado, que en cada parte del mundo me han regalado un hogar y un lugar en el que existir. Para bien o para mal, esta es la vida que escogí, y le debo a mi yo de 24, y a mi yo de 17, que me trajo hasta aquí, vivirla tan bien como pueda.
Y para cerrar…
✨Reenvíale este correo a alguien que lo vaya a disfrutar, o hazle una captura de pantalla, compártelo en redes sociales y etiquétame!
✨Participa en la columna de consejos, Pregúntale a Venus. No soy psicóloga, pero prometo escucharte y crear un espacio seguro desde la empatía y la vulnerabilidad.
✨ Gratitud infinita por acompañarme en este camino de aprendizaje. Si sigues alguna de mis recomendaciones, cuéntame!
✨Este espacio de reflexión y aprendizaje es gratuito. Considera invitarme el café con el que escribiré la próxima edición! Así contribuyes a la creación ética de contenido feminista (y me animas a continuar).