Mucho gusto, te presento a Paula Modersohn-Becker.

En el Mes de la Mujer*, quiero rescatar la vida y obra de Modersohn-Becker, pintora modernista alemana del siglo pasado. Siento que tanto sus temáticas como sus decisiones nos dejan evidencia atemporal de lo que es pasar por este mundo como mujer y como artista, regalándonos una revolución en temperas.
Con las plataformas entregadas recientemente a las mujeres artistas, estamos viendo mucho contenido “intimista”, y es fácil asumir que la correlación es exclusiva. En esto, podría extenderme mucho, pero decir que lo que sucede dentro de una familia, un hogar, o incluso de un cuerpo es individual, y no el reflejo exacto de las estructuras sociales, es otra forma de separar a las mujeres del espacio público. El espacio doméstico también es político, y Paula Modersohn Becker lo demuestra.
En 1906, Modersohn Becker fue la primera mujer en pintar un auto retrato desnuda; y además, embarazada. Para entender la magnitud de este suceso, debemos recordar cómo las mujeres desnudas han sido retratadas a lo largo de la historia a partir de la mirada masculina. La idealización y sexualización de los cuerpos de las mujeres, presentados para apelar al deseo de los hombres, estableció no sólo estándares de belleza, si no que también definió el lugar de las mujeres en el orden social.
La artista balanceó belleza y realidad, desafió las convenciones preexistentes, y presentó su embarazo como proceso íntimo, jugando con la dualidad de exponer algo personal, y así disputando las normas sociales de discreción que atraviesan la maternidad.
Paula vivió su vida adulta entre una colonia de artistas en Alemania, donde conoció a su esposo, y París, separada de él. Aquí fue donde vio su periodo creativo más productivo y la época más feliz de su vida. Asistió a las exposiciones de importantes artistas y se influenció por un estilo que priorizaba el color y el trazo sobre la representatividad. Sin embargo, su trabajo es más conocido por los autorretratos profundamente expresivos y sus cándidas pero tiernas imágenes de niños y sus madres.
A pesar de que siempre demostró un deseo de independencia, Paula regresó a Alemania y a su marido, preocupada por retrasar su carrera artística por la maternidad.
Paula deseaba sacrificarse y atormentarse con tal de exprimir al máximo el milagro de la vida que su alma, de tiempo en tiempo, lograría entonar un canto nocturno. Rainer Maria Rilke, poeta y amigo de Paula.

Mi pieza favorita
Me cuesta explicar lo que sentí la primera vez que vi esta pintura. Ternura, seguramente. Creo que incluso vi un estilo de arte con el que me podía identificar, que podría replicar (y en realidad lo hice), que no se sentía perfecto, idealizado ni lejano; es más, un estilo de arte que llevaba mucho cariño de por medio. Es una técnica que se presta completamente al servicio de la intención cálida y sensible de la pintura.
Las flores pequeñas me hinchan el corazón. Me recuerdan a las flores rojas que crecían en los arbustos de la entrada de mi escuela. Esas que llevé en el pelo de niña, que deshice mil veces con curiosidad. La dirección de las manos, un poco incómodas, me da la impresión de señalar su propio pecho, su propio corazón. El azul del fondo lo encuentro precioso, aunque siento que el collar de ámbar le pesa.
Admiro lo cómoda que la veo y su capacidad para mirarme a mí de regreso. Sus ojos me otorgan permiso de acompañarla en este espacio y me invitan a colocarme flores en el cuerpo. Me invita usar mi piel para sentir el aire a mi alrededor y la grama bajo mis pies. Me cuenta que es posible relajarse y liberarse de las ataduras de nuestro propio cuerpo. Gracias, Paula, por permitirme respirar.
Paula fallece a los 31 años, dos semanas después de haber dado a luz a su primera y única hija. Le recetaron reposo, y el tiempo acostada le causó un embolismo en una pierna. Dar a luz ha sido una de las actividades más mortales a lo largo de la historia, y lo sigue siendo para muchas personas de contextos socioeconómicos y geográficos menos privilegiados.
A través de muchos auto-retratos y obras sobre maternidad, el catálogo de Paula abrió el espacio domestico y centralizó el valor del trabajo reproductivo. La comodidad necesaria para pintar el cuerpo propio con seguridad y la valentía requerida para exponerlo hacen de Becker una revolucionaria. La ternura radical en cada una de sus pinturas, también, nos abre un importante y necesario espacio para existir desde el cariño, la suavidad y la belleza. El legado artístico y político que dejó Becker en su corta trayectoria no puede ser pasado por alto.
En sólo 15 años, creó más de 700 pinturas y 1000 dibujos y grabados. Fue la primera mujer en tener un museo dedicado únicamente a su arte, y además podemos encontrar su trabajo en los grandes museos del mundo, como el Instituto de Arte de Chicago, el Museo Städel en Frankfurt, el Museo de Arte Moderno de Nueva York y la Galería Nacional de Arte en Washington, D.C.
Y para cerrar…
✨Reenvíale este correo a alguien que lo vaya a disfrutar, o hazle una captura de pantalla, compártelo en redes sociales y etiquétame!
✨Participa en la columna de consejos, Pregúntale a Venus. No soy psicóloga, pero prometo escucharte y crear un espacio seguro desde la empatía y la vulnerabilidad.
✨ Recuerda revisar la sección de Notas con frecuencia! Todas las semanas habrá más recomendaciones, más motivos para pensar y amar.
✨Este espacio de reflexión y aprendizaje es gratuito. Considera invitarme el café con el que escribiré la próxima edición! Así contribuyes a la creación ética de contenido feminista (y me animas a continuar).
Campbell, Tori. Artland Magazine. Female Iconoclasts – Paula Modersohn-Becker
Märten, Lu. Dos mujeres con gato. Escritos sobre las artes.
*este es mi crítica pública al uso del singular cuando hablamos de las mujeres. Día de la Mujer, Mes de la Mujer, derechos de la mujer, etc. implican que sólo existe un tipo de mujer, que somos todas iguales, e ignoran los matices y contextos que nos atraviesan y nos hacen distintas las unas de las otras.