Mucho gusto, te presento a Judy Chicago.
Así es que las mujeres estamos empezando a construir un lenguaje, y no todas son conscientes de eso, dijo Judy Chicago al hablar de su pieza feminista más importante.
Soy de la opinión de que cada vez que una mujer cuenta su historia desde la autenticidad, participa de un acto inherentemente feminista. Sin embargo, el arte autodenominado feminista no nació hasta los años setenta y Judy Chicago fue una de sus madres. En esta edición, recuperamos su huella en el mundo y una de las instalaciones más importantes del arte contemporáneo.
Judy Chicago creció con una madre bailarina y un padre comunista, y para sorpresa de nadie, unió estos dos mundos en la búsqueda del sentido en su vida. Desde pequeña sentó su mirada en dejar su marca en la historia, y en el camino se convirtió en pionera del arte feminista y la educación artística en los Estados Unidos.
Como profesora, sus enseñanzas siempre estuvieron basadas en el contenido y el significado social del arte, especialmente en el feminismo. Al día de hoy, ella aboga por la figura de profesora como una facilitadora que escucha activamente a las estudiantes para guiar sus búsquedas y traducción de contenido al arte. Se refiere a su metodología como "pedagogía artística participativa".
Así, Judy Chicago fundó el Programa de Arte Feminista en CalArts en 1971, para el cual sus alumnas restauraron una casa abandonada en Hollywood, resultando en la instalación Womanhouse. Judy Chicago impulsó a las estudiantes a familiarizarse con el uso de herramientas para arreglar ventanas y muebles rotos, pero sobre todo a verse a sí mismas como parte de la fuerza laboral no definida por su género. Luego, empezó la instalación artística con la intención de transformar un entorno doméstico en uno que expresara plenamente las experiencias de las mujeres, cuestionando los roles domésticos tradicionales.
Judy Chicago se comprometió con el arte feminista en un momento en que el movimiento apenas comenzaba a tomar forma. A través de su obra, se atrevió a cuestionar las estructuras de poder patriarcales y a explorar temas como la sexualidad, la identidad y la historia de las mujeres.
Al principio, varias cosas me sostuvieron. Una era mi ardiente deseo de hacer arte. Otra fue cuando me di cuenta de lo que habían pasado las mujeres antes que yo para que yo tuviera las oportunidades que yo tenía. Chicago para The Guardian, 2012.
Mi pieza favorita
Nunca había sentido la necesidad física de ver una pieza en persona tanto como me pasó con The Dinner Party. Simplemente no hay manera de transmitir la enormidad de esta instalación mesa triangular solamente con fotografías. Cada uno de los 39 puestos tenía su cáliz, cubiertos y porcelana fina para conmemorar a una mujer de la historia: artistas, activistas, figuras religiosas, mártires e incluso diosas mitológicas, sus nombres bordados en el delantal de la mesa.
Es un monumento a una historia milenaria, tantas veces ignorada. La idea de una cena de mujeres juega con la idea de que ellas, que han estado cocinando y sirviendo a lo largo de la historia, se conviertan en las invitadas de honor. Cada lado del gran triángulo sienta a 13 mujeres, número de brujas en un aquelarre, y de asistentes a la famosa última cena de Jesús. Para muchas de las mujeres que vieron esta instalación en 1979, fue la primera vez que escuchaban algunos de estos nombres: Artemisia Gentileschi, Emily Dickinson, Hildegarde de Bingen, Sappho y más.
Chicago rescata historias, nombres, y también técnicas artísticas generalmente asociadas con las mujeres y por tanto menospreciadas, como el bordado y la cerámica. Sin embargo, el verdadero potencial de esta obra está en su conceptualización. Explora la posibilidad de un encuentro entre todas estas mujeres poderosas y cómo eso podría haber cambiado el curso de la historia humana. Nos invita a pensar en el poder las reuniones femeninas, a considerar la fuerza que existe en las redes.
Cuando la vi en persona, no pude evitar sentir que yo también era parte de algo majestuoso, grande, monumental, que yo también estaba invitada a este gran evento. La instalación, además, cuenta con un pasillo con unas banderas que leen:
A pesar de todo, no puedo dejar de resaltar la falta de personajes no-blancas. Sólo Sojourner Truth se encuentra en medio de mujeres como Virginia Woolf, Susan B. Anthony y Georgia O'Keeffe. Es verdad que era bastante improbable que Chicago, en su momento, estuviera expuesta a demografías y experiencias no-blancas, y esto es algo que ella ha comentado y lamentado desde su presentación en 1979.
Faith Ringgold y Betye Saar estaban trabajando paralelamente en proyectos artísticos que visibilizaban la experiencia de las comunidades y mujeres afroamericanas, pero no se auto-denominaban como feministas, pues entendían al movimiento como excluyente de sus experiencias, y no sin fundamento.
Proyectos como este inspiraron un gran porcentaje del activismo feminista en el mundo del arte. Guerrilla Girls, un colectivo que demanda una participación más diversa en los museos y galerías, es un gran ejemplo. Es muy fácil ver estas iniciativas y dejarnos llevar por su majestuosidad y enormidad, pero siempre tenemos que asegurarnos de demandar que estemos todas presentes, de no dejar a nadie atrás.
The Dinner Party ha sido extensamente criticada, y concuerdo con muchos de esos argumentos, pero también creo que dos cosas pueden ser verdad al mismo tiempo: puede ser una obra revolucionaria, y también puede ser deficiente en muchos aspectos. The Dinner Party se puede encontrar en el Museo de Arte de Brooklyn; y el resto del trabajo de Judy Chicago, en el Museo Nacional de Mujeres en el Arte, la Galería Nacional de Arte, el Museo de Albuquerque, el Museo Británico y más.
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Cooke, R. (2012). The art of Judy Chicago. The guardian. https://www.theguardian.com/artanddesign/2012/nov/04/judy-chicago-art-feminism-britain
Furman, A. (2017). The Brooklyn Museum revisits The Dinner Party by Judy Chicago. The Cut. https://www.thecut.com/2017/09/brooklyn-museum-revisits-the-dinner-party-judy-chicago.html